En el presente artículo se presenta la síntesis de un minucioso trabajo, en el que se quiere aportar una cosmovisión del Imperio sueco, su posición en el norte de Europa, y explicar cuáles fueron esas dimensiones físicas y las perspectivas morales que le condujeron al protestantismo y a ser una potencia beligerante en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Asimismo, ahondará hasta donde pretendía llegar el Imperio y qué fue de Suecia, como teórica vencedora, tras la Paz de Westfalia de 1648. Y es que, como el refrán árabe dice: “El valor de tu enemigo te honra”. Y en esta ocasión, quiero acercaros el valor de aquella Suecia que osó desafiar a la infantería más temida del mundo.