La persecución de las brujas

Como herederos de la cultura latina sería necesario volver la vista a Italia donde cristalizó el pensamiento judeo-cristiano con los últimos residuos de las religiones paganas para entender el fenómeno de las brujas. Lo que resultó de aquella simbiosis no deja de sorprendernos. Allí lo diabólico llegó incluso a adquirir un halo poético en la tradición oral legada a las futuras generaciones.

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE UNA SUPERSTICIÓN

La figura de la bruja sobrevivió ininterrumpidamente desde la Roma Antigua hasta  el siglo XIX, porque ni siquiera la era de las luces consiguió extirpar la superchería en los herméticos núcleos rurales.

El delito de brujería no se entendía si la bruja no había hecho un pacto secreto con el demonio. Se creía que Dios, al concedernos la herramienta del libre albedrío –necesario para la Salvación eterna– permitía a los malos espíritus llevar a cabo su actividad destructora en algunas partes del mundo con la finalidad de evaluarnos, de medir nuestra predisposición a dejarnos vencer por las tentaciones.

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