En diciembre de 2005, Benedicto XVI promulgaba la encíclica “Deus caritas est”, en la que definía el significado de la palabra amor y establecía que las actividades caritativas de la Iglesia católica deben de ser una expresión sincera del amor al prójimo, por lo que no puede quedarse al margen de la lucha por la justicia, pero no por motivos políticos, sino como servicio de amor desinteresado. En la segunda parte de la encíclica, dedicada a mostrar “cómo cumplir de manera eclesial el mandamiento del amor al prójimo”, el Papa se refería a los santos: “Contemplemos finalmente a los santos, a quienes han ejercido de modo ejemplar la caridad”. Entre otros rindió homenaje a Martín de Tours, a Francisco de Asís, a Ignacio de Loyola, Teresa de Calcuta o al español san Juan de Dios.

Durante mucho tiempo se creyó que Juan de Dios era originario de Montemor o Novo (Portugal), pero hoy sabemos que el futuro fundador de la Orden Hospitalaria nació en Casarrubios del Monte (Toledo), en el año 1495, y en el seno de una familia acomodada.

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