En la Sala 227 de la Sala Richelieu del Museo del Louvre se exhibe una estela redondeada negra, en piedra de basalto, que alcanza los 2,25 metros. En el bajorrelieve de su extremo superior, aparece grabada la imagen de Hammurabi (1810-1750 a. C., aproximadamente), rey de Babilonia (1792-1750 a. C.) en Mesopotamia. Hammurabi aparece de pie, recibiendo las insignias reales de un dios, que permanece sentado en su trono. La mayoría de los historiadores creen reconocer en esta deidad al dios Sol de la justicia Shamash, por los rayos que emanan de sus hombros); mientras que otros prefieren identificarlo con el más conocido Marduk, divinidad suprema de toda Babilonia y que es precisamente mencionado en el texto. La escena parece inspirar el relato bíblico, que tuviera lugar cinco siglos más tarde, y en el que el patriarca judío Moisés (siglo XIV a. C.) recibe del dios Yahvé las Tablas de la Ley en el Monte del desierto Sinaí.

La masiva reproducción de la estampa del Código de Hammurabi, desde los libros de escolares hasta en textos divulgativos de Historia, ha popularizado la idea de que éstas fueron las primeras leyes escritas en la antigüedad. Sin embargo, hasta cuatro siglos antes, fueron compilados otros códigos jurídicos que servirían para inspirar el más célebre Código de Hammurabi. Pero será mejor que relatemos esta historia desde el principio…

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