En la grandeza de la estepa rusa y con un diario en la mano Alexander Gromeko, que había criado al doctor Yuri Zhivago, le dice: “Han fusilado a los zares… ¡Y a toda la familia! ¡Es una salvajada!” Ante lo cual Zhivago le responde: “No, quieren mostrar que ya no hay vuelta atrás”.
“Doctor Zhivago” fue publicado en 1957 por Boris Parternak, un año antes de ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura. La novela no se publicó en la URSS hasta bien entrado 1988. Sus razones habría.
Una sangrienta coronación
Los Romanov fue la dinastía real que reinó en Rusia durante trescientos años, desde 1613 hasta 1917, periodo en el que se sucedieron veinte zares. La historia de esta familia está trufada de intrigas, traiciones, peleas fraternales por el trono, despotismo… ingredientes comunes a la gran mayoría de las casas reales europeas.
El 1 de noviembre de 1894 Nicolás II sucedió a su padre Alejandro III (1845-1894) en un momento en el que el país necesitaba una reforma profunda y urgente, no solo en el plano político sino también, y fundamentalmente, en la esfera económica. Simplemente bastaba con ver cuál era el título con el que el soberano accedía al trono –Emperador y Autócrata de todas las Rusias- para comprender que el país se había quedado anclado en un pretérito imperfecto.
La coronación del zar estuvo plagada de anécdotas, por una parte, se demoró dos años tras la muerte de su padre y, por otra, se realizó en Moscú, en lugar de San Petersburgo, la que era la capital por aquel entonces. Nicolás fue coronado formalmente en la catedral de la Dormición, en el Kremlin.