Con Teodorico nos volvemos a encontrar el mismo caso: un niño de ocho años que fue entregado por el rey de los ostrogodos para ser criado en Constantinopla.
Cuando creció y fue devuelto a su familia, se dedicó a hacer lo mismo que hacía su padre el rey: saquear a los pueblos vecinos en busca de un botín. En definitiva, Teodorico podía hablar latín y tener una educación patricia, pero también tenía que ser aceptado por los godos, y solo lo conseguiría si ganaba batallas y traía botines sustanciosos.
El emperador Zenón, viendo que no había forma de contener a los díscolos ostrogodos, y tratando de evitar que Teodorico terminase por adueñarse de la ciudad que le había educado, le hizo una oferta más tentadora: ¿Por qué no conquistáis Italia? Por supuesto, los ostrogodos no se lo pensaron dos veces. De esta forma, Teodorico llegó a ser rey de Italia con el beneplácito del emperador de Oriente.
LA INFANCIA DE TEODORICO
Teodorico pertenecía al pueblo ostrogodo y había nacido dentro de la importante familia de los Amalos.
El pueblo godo estaba dividido desde el siglo IV en sus dos ramas: visigodos y ostrogodos, y en el momento en el que nació Teodorico las dos naciones, gozaban de distinta suerte. Mientras los visigodos poseían un extenso reino, los ostrogodos vivían bajo el yugo de los hunos.