La basílica de la Sagrada Familia es la obra culmen de Antonio Gaudí (1852-1926). Se concibió como un templo financiado mediante donaciones, y es uno de los máximos exponentes de la arquitectura del modernismo. Pero, sobre todo, es la pieza clave dentro del movimiento modernista catalán. Su construcción se inició en marzo de 1882, con la colocación de la primera piedra, y aún hoy el edificio se encuentra sin concluir: las estimaciones tienen prevista que las obras se finalicen en 2026, año del centenario de la muerte de Gaudí.

En un primer momento, el proyecto para la edificación del templo se encargó al arquitecto diocesano Francisco de Paula Villar y Lozano (1828-1901), quien ideó un primer proyecto de tres naves de estilo neogótico. Pero un año después, en 1883, este arquitecto renunció a la dirección de las obras por discrepancias con los impulsores del proyecto. Tras la renuncia de Villar y Lozano, se intentó que el arquitecto Joan Martorell (1833-1906) dirigiera la construcción, pero al no querer hacerse cargo de esta, se le ofreció a Antonio Gaudí, quien había sido ayudante de Martorell en algunos de sus proyectos arquitectónicos.

Una vez comenzó a dirigir las obras del templo, Gaudí cambió completamente el proyecto del edificio. El joven arquitecto realizó unas nuevas trazas en las que dejó patente su estilo. Una estética singular que no había tenido parangón en edificios anteriores, ni lo tendría en posteriores construcciones. El nuevo proyecto que realizó Gaudí para el templo Expiatorio de la Sagrada Familia tenía planta de cruz latina, cinco naves centrales y un transepto de tres naves, y en su cabecera un ábside con siete capillas. 

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