No resulta tarea fácil encontrar en la historia personajes donde confluyan de igual manera una vida personal apasionante y un contexto histórico igualmente intenso. En Elia Gala Placidia (Constantinopla, entre 388 y 393-Roma, 450) tenemos, sin duda, un buen ejemplo de esa mágica combinación.

Los personajes históricos están sujetos a un contexto temporal, económico, social y geográfico, que no son sino un escenario que determina las fronteras de sus movimientos. La segunda mitad del siglo IV, y casi la totalidad del siglo V, fue una época marcada por la inestabilidad, esa misma que hizo tambalear a la propia Iglesia inmersa en luchas internas que amenazaban con destruirla o, al menos, fragmentarla.

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