Lorca y cervantes

En el año 2015, el director de cine francés Yann Gozlan estrenaba El hombre perfecto, una película con tintes dramáticos y geniales que, a pesar de carecer de un argumento original, seduce al espectador con un desarrollo y un desenlace soberbios.

La cinta narra las peripecias de un joven aspirante a escritor que encadena fracaso tras fracaso en su afán por que alguna editorial se interese por sus novelas, mientras se gana la vida con trabajos fatigosos y poco cualificados. Cierto día, ejerciendo como mozo de mudanzas, cuando vaciaba el inmueble de un solitario anciano recién fallecido, descubrió un singular manuscrito en lo alto de un armario. Al leerlo quedó ensimismado con la historia y, en un impulso nacido de su frustración acumulada y dada la condición anónima del autor, decidió proponerlo a una editorial de prestigio bajo su firma.

El éxito es fulminante, el libro, autobiográfico, narraba las trágicas andanzas de un soldado francés en la guerra de independencia de Argelia. Su estilo era áspero, directo, sin florituras, lo que le concedió un gran verismo que se completaba con un conocimiento excepcional y pormenorizado de los sucesos que relataba. Esos ingredientes hacían de él una obra excepcional.

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