Su ideal de sabio estoico llevó a Séneca a convertirse en la encarnación personal de un proyecto o plan de vida moral, que se mantuvo a lo largo de la historia, y cuya influencia se refleja en el pensamiento filosófico estoico y posterior.  Fue autor de magníficas obras como las tragedias «Medea y Edipo»; los diálogos «De la ira», «De la clemencia», «De la brevedad de la vida», y de diferentes consolaciones y otras obras. 

LAS BASES DE SU OBRA

Con diez años, Séneca emigró con su familia a la urbe de Roma. Y allí conoció de primera mano la filosofía ecléctica, en la que convivían los aristotélicos y platonizantes tardíos con estoicos y epicúreos.

Séneca frecuentó las escuelas de diferentes maestros prestigiosos como Soción –adepto al cinismo–, el neopitagórico Átalo, y Fabiano, el filósofo retórico de moda. No obstante, durante su estancia en Alejandría, cuando tenía 25 años, se acercó a las prácticas y rituales de la conocida tradición faraónica, que lo hicieron conocedor de la religiosidad egipcia (muerte, ultratumba, politeísmo naturalista). No hay duda de que esta tradición influyó en su pensamiento filosófico posterior.

De vuelta a Roma, con 35 años de edad, participó en diversas intrigas palaciegas, lo que le llevó a tener problemas amorosos y, finalmente, a exponerse al destierro, a la isla de Córcega, donde escribió las tres «Consolaciones» a su madre Helvia, a Marcia y a Polibio. Posteriormente, tras regresar a Roma, observó que el estoicismo había recuperado mucha fuerza, y reinició su carrera política. Fue entonces cuando fue nombrado cónsul. Durante ese tiempo gozó de gran fama y prestigio como sabio, pero también como pedagogo.

Debes acceder para ver el resto del contenido. Por favor . ¿Aún no eres miembro? Únete a nosotros
Scroll al inicio