Ptolomeo, el primer faraón macedonio

Pronto fue elegido por el rey Filipo II para ser paje del príncipe Alejandro Magno. A partir de ese momento el destino de Ptolomeo quedó ligado al joven príncipe. Incluso le acompañó al destierro cuando Filipo II expulsó a su hijo de Macedonia tras una disputa familiar: durante la boda de Filipo II con su última esposa, Alejandro recriminó a su padre la borrachera que le hizo tropezar al pasar de un diván a otro.

Durante los años del destierro de la corte macedonia, Ptolomeo no se separó del joven príncipe y más tarde se le unió en el 334 a.C. cuando ya rey Alejandro inició la conquista relámpago del enorme Imperio, que antes fue de los persas y que llegaba desde Egipto hasta las orillas del Indo.

Once años de conquistas con Alejandro

En el 332 Alejandro entró en Egipto, fundó una ciudad al oeste del Delta llamada Alejandría y luego se dirigió al oasis de Siwa donde el ahora rey de macedonia fue a preguntar sobre la identidad del que instigó el asesinato de su padre. El dios oracular Amón, se dirigió personalmente a Alejandro llamándole “mi hijo”, lo cual era lo mismo que reconocer que Alejandro tenía un origen divino.

En el camino de vuelta, el ejército se perdió en una tormenta de arena. Ptolomeo vio entonces dos serpientes delante de él y las consideró un augurio, al seguirlas salieron indemnes del desierto. Poco después, el joven conquistador fue nombrado faraón en Menfis. Nunca más volvió a poner el pie en Egipto, pero sí su general Ptolomeo, que regresó al país del Nilo nueve años más tarde.

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